Oh
Dios, cuya voluntad lo conquista todo,
No hay
confort en nada aparte de deleitarse en ti
y estar
ocupado en tu servicio;
Tú lo
eres Todo en todo, y todo deleite es para mí lo que tú decidas, y nada más.
Estoy
satisfecho en tu voluntad, sea cual sea,
o la
que será en cualquier aspecto,
Y sí tú
quieres que decida por mí mismo en algún asunto,
escogería
remitirlo todo a ti,
porque
tú eres infinitamente sabio y no puedes equivocarte,
y yo
estoy en peligro de hacerlo.
Me
regocijo en pensar que todas las cosas están a tu disposición,
y me
deleita dejarlas allí.
Entonces
la oración se torna completamente en alabanza,
y todo
lo que puedo hacer es adorarte y bendecirte.
¿Qué
puedo darte por tus beneficios?
Estoy
indeciso entre dos cosas, sin saber qué hacer;
Anhelo
regresarte algo, pero no tengo nada que ofrecer,
y sólo
puedo regocijarme en el hecho de que tú lo haces todo,
que no
hay nadie en el cielo o en la tierra que comparte tu honor;
Yo, en
mí mismo, no puedo hacer nada para glorificar tu bendito nombre,
pero
puedo a través de la gracia rendir con gozo toda mi alma y cuerpo a ti.
Sé que
tú eres el autor y consumador de la fe,
que
toda la obra de redención es tuya solamente,
que
toda buena obra o pensamiento que se encuentra en mí es el efecto de tu poder y
gracia,
que el
sólo motivo por el cual trabajas en mí el querer como el hacer es para tu buen
deleite,
Oh
Dios, es increíble que los hombres hablan tanto
del
poder y la bondad humana,
cuando,
si tú no nos refrenaras cada momento, seríamos demonios encarnados.
Esto,
por amarga experiencia, es lo que me has enseñado acerca de mí mismo.
(De The Valley of Vision. Mi traducción)
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