Entonces
vi que en ese mismo panfleto había una sección de “Rasca y gana”, con un premio
de 25,000 dólares, y como tenía la llave en mano lo hice y los números que
aparecieron eran los mismos que los números ganadores.
No,
no me emocioné, en serio. Después de todo, este panfleto era de una compañía de
autos usados, y no es por querer ser un “estereotipador” (¿palabra inventada?)
pero cuando pienso en un negocio confiable, un lote de autos usados no es lo
primero que se me viene a la mente.
Leí
la letra pequeña y vi que había que hacer algo más, pero estaba redactado de
una forma suficientemente vaga como para que me entrara la curiosidad.
Le
conté a un amigo lo sucedido y me preguntó, “Digamos que sí te ganas el dinero.
¿Qué harías con 25,000 dólares?” Buena pregunta. Pensé en dar el 10% a
misiones, el 10% para gastos personales, y el resto para pagar el seminario
(aunque eso de pagar el seminario con dinero ganado al azar… hmmm…). O tal vez
gastarlo todo en comprar una mega biblioteca del tamaño de la de el monstruo de
la Bella y la Bestia, ¿quién no sueña con tener una biblioteca así? (Iva a
escribir: “una biblioteca del tamaño de la de la bestia”, pero eso suena mal
por muchas razones. Pista: Apocalipsis).
Bueno
para no hacerla larga, en lugar de ganar 25,000 dólares, los cuales me
pertenecían, gané tres monedas doradas las cuales valen la exhorbitante
cantidad de $1 cada una.
¿Moralejas?
1) Los estereotipos nos son buenos, pero por algo son estereotipos. 2) Si no te
lo estás ganando con el sudor de tu frente, probablemente no deberías de querer
tener ese dinero.
¿Salió
algo de bueno de esto? Sí. Ahora tengo tres monedas doradas para mi próximo
truco de magia.
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