Como Cristianos, pecamos
muchas veces. Tenemos una antigua naturaleza que no nos deja en paz, y
muchas veces queremos gritar como Pablo, “¡Miserable de mí! ¿Quién me
librará de éste cuerpo de muerte?” (Rom. 7:24). Así que una y otra vez,
día tras día, venimos delante de Dios a pedir perdón algunas veces
inclusive por el mismo pecado.
Yo he sido tentado muchas veces a pensar: “Dios no me va a perdonar. Ya ha de estar cansado de mí”. ¿Alguna vez has pensado lo mismo? Casi apuesto a que sí.
Sin embargo, éste tipo de pensamiento es una ofensa a Dios. Mira, Dios no es como nosotros. Él cuando dice que hará algo, lo cumple. Mira lo que ha prometido en su Palabra: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
La Biblia manda que confesemos nuestros pecados, y Dios ha prometido fielmente que limpiará nuestros pecados por los méritos de Cristo en la cruz (1 Juan 1:7b).
Si Dios fuera como nosotros, entonces sin duda ya se habría cansado. Pero él es un Dios bueno, misericordioso y perdonador. Dijo el salmista, “Mas tú, Señor, Dios misericordioso y clemente, lento para la ira, y grande en misericordia y verdad” (Salmo 86:15).
Si has pecado, no desobedescas a Dios ni a tu consciencia. Confiesa tu pecado, y Dios te perdonará.
Yo he sido tentado muchas veces a pensar: “Dios no me va a perdonar. Ya ha de estar cansado de mí”. ¿Alguna vez has pensado lo mismo? Casi apuesto a que sí.
Sin embargo, éste tipo de pensamiento es una ofensa a Dios. Mira, Dios no es como nosotros. Él cuando dice que hará algo, lo cumple. Mira lo que ha prometido en su Palabra: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
La Biblia manda que confesemos nuestros pecados, y Dios ha prometido fielmente que limpiará nuestros pecados por los méritos de Cristo en la cruz (1 Juan 1:7b).
Si Dios fuera como nosotros, entonces sin duda ya se habría cansado. Pero él es un Dios bueno, misericordioso y perdonador. Dijo el salmista, “Mas tú, Señor, Dios misericordioso y clemente, lento para la ira, y grande en misericordia y verdad” (Salmo 86:15).
Si has pecado, no desobedescas a Dios ni a tu consciencia. Confiesa tu pecado, y Dios te perdonará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario